2/7/2025

Innovación abierta en seguros: por qué ya no es opcional

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Vivimos en una era en la que el cambio ya no es algo eventual, sino una constante. Los avances tecnológicos irrumpen con fuerza en nuestra vida diaria, redefiniendo no solo cómo nos comunicamos, nos movemos o trabajamos, sino también cómo entendemos conceptos tan esenciales como el cuidado, la seguridad o la protección. En este nuevo escenario, donde lo digital se entrelaza con lo humano, las empresas están llamadas a replantearse su papel. Ya no basta con adaptarse, es necesario anticiparse, colaborar, aprender del entorno y actuar con propósito.

Es aquí donde entra en juego la innovación abierta, un enfoque que va más allá de la mejora tecnológica o del desarrollo de nuevos productos. Innovar de forma abierta es una declaración de intenciones porque implica abrirse al conocimiento externo, tender puentes con quienes están fuera del perímetro tradicional de la organización y, sobre todo, poner la inteligencia colectiva al servicio del bienestar común. Especialmente en sectores como el asegurador, cuya misión es acompañar a las personas en los momentos más importantes de sus vidas, esta forma de innovar adquiere una relevancia aún mayor.

De la colaboración al impacto: el valor del ecosistema startup

La innovación abierta rompe con la lógica de que todo debe hacerse “puertas adentro”. Se basa en la convicción de que las mejores ideas no siempre nacen dentro de la organización, y que la colaboración con agentes externos, startups, universidades, emprendedores, clientes o centros de investigación, puede acelerar procesos, enriquecer propuestas y generar soluciones más ajustadas a los retos reales de la sociedad. Es, en definitiva, una forma de pensar más permeable, más conectada con la realidad y más generosa en su visión del progreso.

Para las aseguradoras, este enfoque supone una auténtica oportunidad de transformación. No solo permite ganar agilidad e incorporar rápidamente tecnologías emergentes, sino que favorece una mirada más diversa, menos condicionada por inercias internas. Al abrirse a nuevas formas de pensar y trabajar, las compañías del sector pueden redefinir su relación con los clientes, diseñando productos y servicios más empáticos, personalizados y útiles en su día a día.

Innovar con propósito para estar cerca de las personas

Pero el valor de la innovación abierta no se mide sólo en términos de eficiencia o competitividad. Su verdadero impacto se refleja en la capacidad de construir un ecosistema vivo, donde la colaboración genere valor compartido y beneficios tangibles para la sociedad. En este tipo de entornos, la innovación deja de ser un fin en sí mismo para convertirse en un medio que mejora la vida de las personas al anticipar riesgos, facilitar la toma de decisiones, simplificar trámites o incluso al acompañar emocionalmente en momentos complejos.

Las empresas que quieran prosperar en este contexto incierto y cambiante deberán asumir que no pueden hacerlo solas. La complejidad del presente exige redes abiertas, intercambio constante y escucha activa. Implica abandonar la idea de control absoluto para dar paso a una lógica más flexible, donde lo importante no es tanto quién tiene la idea, sino cómo se implementa y a quién beneficia.

En esta línea, iniciativas como Santalucía Impulsa representan un claro ejemplo de cómo una gran compañía puede liderar esta transformación desde dentro, sin perder la conexión con el ecosistema innovador que le rodea. 

Apostar por la colaboración con startups, impulsar el intraemprendimiento y abrir espacios donde florezcan nuevas ideas no solo permite avanzar como organización, sino también fortalecer un compromiso firme con las personas, que son, al fin y al cabo, la razón de ser del sector asegurador.

Porque innovar, cuando se hace con sentido, con empatía y con visión a largo plazo, no es solo una cuestión de tecnología, sino también una forma de estar presente, de cuidar y de evolucionar junto a quienes más nos importan.