¿Qué estudiar cuando todo cambia? Cómo elegir carrera en la era de la inteligencia aumentada

Elegir qué estudiar nunca ha sido una decisión sencilla. Pero hoy, en un mundo donde los algoritmos aprenden más rápido que nosotros y donde las profesiones más demandadas aún no han sido inventadas, esa decisión va un paso más allá: un ejercicio de anticipación, adaptación y autoconocimiento.
La educación ya no se construye para un puesto, sino para navegar por múltiples futuros posibles. Y eso exige nuevas preguntas, referencias y brújulas.
Del itinerario lineal a la carrera en espiral
Durante años, la pregunta “¿qué quieres ser de mayor?” implicaba un recorrido estable: elegir una carrera, entrar en un sector, especializarse, crecer. Hoy, esa linealidad no se sigue produciendo de la misma manera. La velocidad del cambio tecnológico y la volatilidad del mercado laboral han hecho que muchas trayectorias profesionales se parezcan más a una espiral: exploración, reinvención, aprendizaje continuo, pausas, giros.
Según el informe Megatrends 2025 elaborado por la Fundación Bankinter, la inteligencia aumentada, la computación cuántica, las tecnologías inmersivas y la neurotecnología están reconfigurando por completo no solo las industrias, sino también las formas en las que trabajamos, aprendemos y nos relacionamos. Prepararse para ese entorno no pasa por elegir una especialización rígida, sino por desarrollar una estructura mental y emocional capaz de moverse entre disciplinas y contextos.
No se trata de acertar, sino de prepararse para cambiar
En este escenario, elegir carrera ya no es una apuesta definitiva. Es una primera decisión que debe asumirse como punto de partida, no como destino final. Lo verdaderamente valioso no será tanto lo que uno estudia, sino cómo aprende, qué conexiones establece y qué capacidad tiene para adaptarse a lo nuevo.
Por eso, el enfoque cambia: del "¿qué trabajo quiero hacer?" al "¿qué problemas me interesa resolver?". Es decir, pasamos a centrarnos del "¿qué título me asegura un puesto?" al "¿qué conocimientos y habilidades me ayudarán a seguir siendo relevante cuando el mundo cambie?".
Para tomar esa decisión con sentido, hay tres ejes que conviene tener presentes:
- La vocación: no en un sentido romántico, sino como brújula personal. ¿Qué te interesa de forma genuina? ¿Qué te activa la curiosidad? ¿En qué temas te sumerges sin esfuerzo?
- La tecnología: no como destino, sino como contexto. Da igual lo que estudies: el entorno en el que lo aplicarás será digital, automatizado, interconectado. Entender los lenguajes, herramientas y límites de la tecnología es clave para cualquier disciplina.
- La dimensión humana: en un mundo de IA, lo que seguirá siendo diferencial es lo humano. La empatía, la comunicación, la ética, el pensamiento crítico, la capacidad de conectar ideas dispares, de construir narrativas o tomar decisiones en entornos ambiguos.
Este triángulo es la mejor defensa ante un mercado cambiante. Permite moverse con coherencia incluso cuando el terreno cambia bajo los pies.

Aprender más allá del aula, sin salir de la universidad
La universidad sigue siendo el lugar clave donde se construyen los cimientos del conocimiento, se desarrollan hábitos de estudio rigurosos y se establecen redes personales y profesionales que marcarán el futuro. Pero hoy, esos cimientos necesitan ramificaciones. El aprendizaje no termina en el aula: se extiende hacia entornos prácticos, colaborativos y multidisciplinares que complementan lo académico con lo experiencial.
Cada vez más universidades lo reconocen y fomentan programas que van más allá del plan de estudios tradicional. Es el caso de Santalucía Impulsa Universidades, una iniciativa que ofrece a los estudiantes universitarios acompañamiento, mentorización y acceso a retos reales de negocio dentro del Grupo Santalucía. Este tipo de experiencias permite aplicar lo aprendido en clase a casos de uso concretos, colaborar con perfiles profesionales diversos y enfrentarse a dinámicas que reflejan el mundo laboral actual.
A esta realidad se suman otros formatos de aprendizaje complementario: formaciones online especializadas, cursos breves en plataformas digitales, proyectos propios, comunidades tecnológicas, retos de innovación abierta, bootcamps intensivos o colaboraciones extracurriculares. Todos ellos contribuyen a desarrollar habilidades aplicadas, abrir nuevas perspectivas y descubrir áreas de interés que tal vez no aparecen de forma estructurada en el itinerario universitario.
Lo relevante no es sustituir la universidad, sino expandir su impacto con oportunidades que preparen mejor para un mundo profesional complejo, colaborativo y en constante reinvención.
En la era de la inteligencia aumentada, lo importante ya no es encontrar la respuesta definitiva, sino hacerse las preguntas adecuadas una y otra vez. Porque lo que estudies hoy no determinará tu identidad para siempre, pero sí te dará el lenguaje, la estructura y la flexibilidad para construir el futuro que tú elijas… o los que vayan apareciendo. Estudiar, hoy, es diseñar versiones de ti mismo que aún no existen.