Las empresas que apuestan por una completa transformación digital terminan por incluir, implementar y desarrollar la metodología Agile en sus departamentos para ofrecer al cliente un servicio de mayor calidad y con unos costes más reducidos.
Pensadas para llevar a cabo proyectos flexibles, las metodologías ágiles forman parte de la vida, la cultura y en general el mundo informático desde hace un tiempo, sin embargo, a día de hoy es posible observar una adopción masiva en este y en cualquier otro sector o industria. En este post profundizaremos sobre esta metodología, sus orígenes y los beneficios que tiene para una empresa.
¿Qué es la metodología Agile?
La metodología Agile es aquella que permite adaptar la forma del trabajo a las condiciones del proyecto, proporcionando así flexibilidad e inmediatez en la comunicación con el cliente para amoldar el proyecto y su desarrollo a las circunstancias específicas del entorno. Por ‘agile’ entendemos métodos de trabajo donde los requisitos y las soluciones evolucionan con el tiempo (no se quedan estancados en la planificación inicial) según la necesidad de cada proyecto, los trabajadores se organizan de manera multidisciplinar y autoorganizada en equipos eficientes y flexibles para planear el flujo de trabajo, existe un proceso compartido de toma de decisiones y los proyectos se gestionan de forma flexible, autónoma, eficaz, reduciendo los costes e incrementando la productividad.¿De dónde viene el concepto Agile?
Agile es una filosofía que nació hace más de 10 años de la mano de los gigantes del software, concretamente en febrero de 2001, cuando diecisiete CEO de las principales empresas en desarrollo de software se reunieron y pusieron en común las mejores prácticas de cada compañía. El resultado fue el “Manifiesto Agile”, un documento a favor de las metodologías ágiles de actuación, o lo que es lo mismo, modelos de mejora continua en los que se planifica, se crea, se comprueba y se mejora, y así sucesivamente. Esta hoja fue lo que dio lugar a la metodología Agile, la cual reivindica, principalmente, cuatro valores:- Las interacciones de las personas sobre los procesos y las herramientas.
- Un software en funcionamiento frente a documentación exhaustiva.
- La participación activa del cliente durante todo el proceso de desarrollo.
- La capacidad de respuesta ante los cambios e imprevistos.